La contaminación acústica constituye un tema importante por su incidencia en la salud de los ciudadanos y la reducción de ruido se ha convertido en un foco de atención por parte de la legislación en la UE y una prioridad para la investigación.
Comenzando en la década de los setenta, se han establecido directivas específicas de emisión de ruido que indican límites para la mayoría de los vehículos y para muchos tipos de equipos al aire libre con el fin de controlar la contaminación acústica. Sin embargo, a pesar de la aplicación de una legislación cada vez más rigurosa sobre las fuentes de ruido, y a pesar del considerable esfuerzo y los progresos realizados en la lucha contra el ruido por la industria, ha habido pocas mejoras en los niveles de exposición al ruido que sufren los ciudadanos de toda Europa.
El Libro Verde de la Comisión Europea sobre la futura Política de ruido (1996) marcó el inicio de un intenso trabajo con un enfoque especial énfasis de la evaluación de y la gestión de la exposición al ruido ambiental. Este planteamiento dio lugar a la Directiva sobre ruido ambiental de 2002 como una segunda piedra angular de la política de ruido. La Directiva se centra en un enfoque común para hacer frente al ruido ambiental, que debe ejecutarse en los planos nacional, regional y local de acuerdo con el principio de la responsabilidad compartida. También proporciona una base para las acciones futuras a nivel de la UE cuyas políticas se han fijado objetivos a largo plazo apoyadas en diferentes acciones. Los objetivos para el año 2020 pueden formularse de la siguiente manera: «Evitar los efectos nocivos de la exposición al ruido provocados por todas las fuentes y proteger las zonas tranquilas. »
Fuente: An Updated Strategy Paper of the CALM II Network- Feb. 2007 (funded by the DG Research of the European Commission )